Tan desconcertado quedó Rimet, que incluso la ceremonia oficial de entrega de la copa a Uruguay no se ejecutó; este apenas pudo acercarse al capitán uruguayo en el borde del terreno de juego para darle un breve apretón de manos y entregarle, casi a escondidas, el trofeo. La juventud de los fichajes, sumado al alto precio de algunos de ellos y a la constante influencia de Jorge Mendes, hizo a la afición temer que posiblemente no se estaba mejorando la plantilla, por lo que había dudas sobre si podrían afrontar con garantías el regreso del club a la Champions League.